Durante la segunda mitad del siglo XIX y a finales del siglo XX, Chile experimentó rápidas alzas en su nivel de inversión con relación al tamaño de su economía debido a que existían regímenes de libertad y certidumbre, además del respeto de los contratos. Sin embargo, también tuvo malos periodos, como prácticamente todo el siglo XX, ya que fue apenas en 1985 cuando Chile consolidó y maduró sus instituciones liberales y el respeto del Estado de Derecho, y fue desde esa época cuando el país comenzó a despegar en todos los índices.

A pesar de lo anterior, en la última década entramos a otro proceso de estancamiento, ya que la Formación Bruta de Capital Fijo y el flujo neto de Inversión Extranjera Directa se ha estancado desde 2014.

El estancamiento se debe a múltiples factores, pero claramente el ascenso de ideas colectivistas desde esos años, la incertidumbre política y la constante amenaza de instaurar un mal ambiente de inversión, además de alzas de impuestos, nos ha hecho menos competitivos y atractivos para los inversionistas nacionales y extranjeros. Como ejemplo, podemos ver que Chile ha empeorado su clima de inversión y ha aumentado el impuesto a las empresas, ubicándose a un mayor nivel que el de países desarrollados, como el promedio de los miembros de la OCDE.