Después de experimentar altos niveles de deuda pública durante el siglo XX, Chile había manejado sus cuentas fiscales responsablemente desde la década de los 2000, bajando esa deuda a mínimos históricos, lo que nos hacía un país creíble y ordenado que le otorgaba bajas tasas de interés a lasempresas y personas chilenas. Sin embargo, durante los últimos 17 años la deuda pública chilena ha ido en constante aumento en relación con la economía, llegando a un 41,2% del PIB en 2024 según la última Ley de Presupuestos, lo que nos puede generar problemas financieros.
Este veloz incremento del endeudamiento acorta la distancia que teníamos con el nivel prudente de deuda de 45% del PIB establecido por el Decreto de Política Fiscal. Además, las estimaciones de la DIPRES y del Fondo Monetario Internacional, indican que esa distancia seguirá acortándose en los años venideros.
Ya a fines de 2022 podíamos observar cómo Chile dejaba de ser el país menos endeudado de la región —posición que había mantenido desde 1994— siendo superado por Perú. Asimismo, la deuda chilena se aproxima a la de países desarrollados, los cuales cuentan con ingresos muy superiores a los de Chile.
Debido al rápido avance de la deuda pública y al flojo crecimiento económico que Chile ha experimentado en la última década, la calificadora de riesgo crediticio, Standard & Poor’s, ha ido bajando la nota de riesgo país. Es decir, según ellos, el riesgo de tomar inversiones con el Estado de Chile ha crecido, haciendo que sea cada vez más costoso para todos los chilenos que el Estado siga aumentando el nivel de deuda, ya que tendremos que pagar impuestos cada vez más altos para lograr pagar los crecientes intereses que nos cobran como Estado.