Entre 1990 y 2022, el gasto público de Chile aumentó alrededor de 40% en relación a su economía. En ese período, además, el Estado ha cambiado sus prioridades de gasto. Si bien a comienzos de la década de los 90, el Estado gastaba más en pagar los intereses de la deuda pública que en educación, salud u orden público, en la actualidad, el gasto público ha priorizado más esos aspectos sociales.
Sin embargo, con el aumento de la deuda pública en los últimos años, nuestro país de nuevo comienza a incrementar su gasto en pago de intereses —un gasto frívolo que no ayuda al desarrollo económico-social del país—, significando en la actualidad dos tercios de lo que el Estado gasta en orden público y seguridad, y 1,5 veces lo que se gasta en defensa. De hecho, según estimaciones del Consejo Fiscal Autónomo, debido al creciente endeudamiento del fisco, el pago de intereses podría duplicarse en los próximos 50 años.
Más aun, Chile destina gran parte de su gasto público al financiamiento de la educación y la salud: mucho más que otros países de América Latina e incluso más que algunos países desarrollados. Sin embargo, la eficiencia de ese gasto denota falencias, ya que, aun gastando más, tenemos resultados pobres en educación y salud en comparación al mundo desarrollado.